Más allá de su compleja mecánica, el
Lobo se destacó entre sus pilotos como un reactor fiable y ágil en picada y maniobras evasivas. De hecho, una vez entrado en actividad el
A15 y el
296, entre otros, los pilotos del Lobo, gracias a su preparación, fueron derivados al entrenamiento de los nuevos cazas, y todos experimentaron la misma sensación de haber perdido muchas cualidades del primer avión reactor. El
Júpiter acompañando a todo tipo de aparato, junto al
B&H 43, fue un verdadero guerrero bajo cualquier condición y teatro.
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