martes, 3 de mayo de 2011


Tan estática como un maniquí.
Naturalmente que fue pensando en el Weif I-9 que Sofía pudo permanecer posando como modelo, semanalmente durante más de tres años. Pero su mirada no contemplaba motivo ni decorado alguno que la situase en la escenografía que la rodeaba, no, en absoluto. Su mirada estaba a fondo en el desierto de Sholst, devorando escabrosos kilómetros de piedra y arena: una mano en el volante, y la otra sobre la caja secuencial, escuchando las coordenadas como encantadora melodía bocal sobre el sonoro rugido del motor: "abierta - derecha - 150 - 5ª - no cortes - 180 - posible salto - atenta..."

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